En los últimos meses una catarata de causas se reactivaron contra nosotros, algunas al borde de la prescripción y otras producto de “delitos” como marchar contra el FMI, o contra el terrorismo israelí.
Cada una de las apelaciones que presentamos fueron una y otra vez reafirmando procesamientos y complicando nuestra situación procesal y judicial. Y curiosamente se hacen públicas con días de diferencia, y les toca en suerte la misma cámara de apelaciones, los mismos jueces amigos, y los mismos fiscales de la estirpe de Stornelli.
Estamos a la espera de la resolución de la Cámara de Casación sobre la condena que un tribunal promilitar nos impuso por protestar contra Sobisch y su asesinato al maestro Carlos Fuentealba.
LA ÚNICA POSIBILIDAD PARA QUE NUESTRO COMPAÑERO FERNANDO ESTECHE NO TENGA QUE IR A PRISIÓN POR VARIOS AÑOS ES LA ABSOLUCIÓN.
Estamos ante la posibilidad concreta de que compañeros de nuestra Dirección Nacional tengan que enfrentar la cárcel, como tantas otras veces le ha tocado a compañeros nuestros.
Esta vez las acusaciones son alevosas no sólo por la naturaleza de las mismas sino por la dificultad técnica del régimen para constituir nuestras acciones en delitos. Protestar contra el FMI, defender a compañeros de la represión policial, manifestar nuestra indignación contra la represión de Sobisch, repudiar el terrorismo sionista: esas son las causas reales que nos hacen enfrentar hoy la posibilidad de prisión. En varias, los acusados no estaban en el lugar de los hechos, en otras, las supuestas víctimas niegan los hechos.
En una Argentina donde casos como el de Schoklender son simplemente “vueltos” de un régimen caracterizado por el saqueo, la rapiña y la corrupción, De Vido, Capaccioli, Eskenazi, Jaime, Sobisch, Menem, Blaquier, Amalita, Macri, todos son reverenciados como señores y los que nos oponemos a su estilo de vida somos los delincuentes.
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