Nunca se fueron todos.
Muchos incluso vuelven a cada rato.
Mientras formidables esfuerzos de valiosa militancia quedarán absorbidos por campañas electorales, donde aparecerán defendiendo o explicando situaciones inverosímiles, otra parte de la militancia popular seguirá andando los caminos de la construcción política más sólida, buscando la unidad, intentando recuperar soberanía y derechos, despojados del cálculo electoralero.
Para quienes venimos batallando hace unos cuantos años, intentando encontrar el camino de la unidad popular, el camino más efectivo para recuperar la soberanía y construir dignidad, nos resulta imposible en momentos como estos no evocar las enseñanzas que los propios compañeros ofrecieron a nuestro Pueblo.
Ahí entonces, en medio de lo que pareciera ser la ausencia absoluta de la política, o mejor, pareciera que la política se redujo a lo electoral; donde las alianzas inexplicables muestran a los radicales encabezados por el hijo de Alfonsín que se juntan con los pejotistas dirigidos por el empresario De Narváez, donde la reaccionaria Morandini se junta con el sojero Binner, la ex radical Stolbizer y todos bendecidos por un cada día más desdibujado Solanas; donde parte de la militancia popular kirchnerista saludó con carteles de “lealtad” y “confianza” a mano dura Scioli, que no tiene un proyecto muy distinto que el de Macri; donde el escenario electoral pareciera tan fatalmente predecible; en esos momentos es donde reconocemos el ejemplo de aquellos que contra toda la lógica y fatalismos se animaron a pelear, a marcar el inexorable camino de la calle y la lucha.
Justamente junio es un mes que nos devuelve el recuerdo y el ejemplo de memorables compañeros. Norma Plá construyendo nuevas formas de lucha y manifestación, las únicas posibles para poder hacer visible, meter en la agenda política un problema que todos conocíamos. Darío Santillán con tantos compañeros, irredento, impertinente, insolente, para hacer oír las reivindicaciones de los más pobres con el piquete.
Muchos cautivos del sentido común de entonces no comprendían la dimensión del aporte de estos enormes compañeros.
Una manera
“Basta de sapos” rezaba una consigna convertida en campaña y articulación política hace unos cuantos años. Quien la pergeñó hoy está masticando escuerzos!
Cuando los sectores de la militancia popular proponen romper con lo viejo y construir un nuevo modelo de hacer política, creemos, la única manera de concretarlo es justamente ser coherentes con su propia propuesta y no hacerse los distraídos por conveniencias o cálculos electorales.
Hay que ser claros: saludar y apoyar a Scioli es apoyar a los sectores reaccionarios de la política; Binner es un hombre de los agronegocios y lo demostró con sus prebendas siendo gobernador de Santa Fe. Por oficialistas o por opositores, “bancar” a quienes produjeron y producen tanta miseria, como Urtubey o Gioja, o depositar las expectativas ingenuamente en la buena voluntad de algún liderazgo que pueda voltear el fiel de la balanza a favor de la política popular, es proponerle al pueblo una derrota segura.
Lamentamos que tanta energía y voluntad militante se vaya dilapidada e intoxicada en maniobras que no pueden controlar ni evitar, sometiéndose a su reproducción, como si fueran irreductibles.
No merece mayor reflexión esa pérfida alianza de dos expresiones de lo peor que le ha pasado a nuestro país como son el alfonsinismo y el pejotismo. Ni ninguna de aquellas alternativas que son probadamente antinacionales y antipopulares, ahí no hay confusión ni desconcierto, ni sapos ni renacuajitos para saborear.
Lamentamos y duele, duele y atrasa el posicionamiento irracional y casi fanático de la militancia lanzada a su conquista electoral que termina despreciando y desconociendo como compañeros a los compañeros que no siguen o seguimos sus propuestas. Si primara la sensatez debieran saber reconocer en la crítica de los otros muchas verdades. Esto sería un enorme avance para nuestro pueblo.
Otra manera
Muchos nos preguntan ¿y ustedes qué van a hacer?
Como si fuera obligatorio o como si fuera lo único posible de hacer.
¡Como si no hubiera tanto por hacer!
Como si no hiciéramos cotidianamente.
Hay quienes piensan el “hacer política” con fecha y plazos, lo reducen a lo electoral (se trate de un centro de estudiantes, de un sindicato o de la nación misma). Reducen la política a la competencia. Pero a la competencia entre compañeros, no a la lucha de clases.
¿Qué vamos a hacer? Comenzar a andar el proceso constituyente involucrando a nuestro pueblo en la campaña “Argentina al ALBA”. Eso es para nosotros consolidar una práctica política que se para por encima de la inmediatez, que comprende la construcción y acumulación popular más allá de las diferencias coyunturales, que ofrece a la militancia antiimperialista una tribuna común y unitaria para provocar y forzar en nuestro país un alineamiento claramente socialista y nuestroamericano.
Vamos a estar con los compañeros de las barriadas donde todavía hay tantas carencias, organizando el reclamo y la conquista y defensa de derechos.
O estaremos señalando a los históricos enemigos de la patria y el pueblo, aunque resulte para algunos anacrónico o desmesurado.
Vamos a estar haciendo lo de siempre!
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