1996 - 31 de agosto - 2014

PATRIA O SAQUEO!!!

martes, 20 de diciembre de 2011

CANTO DE HOMENAJE POR VICENTE ZITO LEMA

En memoria de Darío Santillán, Maximiliano Kosteki
y los militantes caídos en las calles en las trágicas jornadas del 2001



La noche se presenta pálida y agónica,
como un testigo de la eternidad.
Tengo preguntas en la noche...
La luna quiere saber de la mar: su estruendo
la espanta.
Enjambres de flores alucinadas increpan
la desolación de la tierra: se marchitan.
Los niños escuchan las respuestas de las
vírgenes de la piedad: el hambre
no tiene respuesta.
Mil preguntas flotan en la noche. En el cielo
del perpetuo socorro se alza una cascada de
nubes rojas.
Sé que la agonía de la noche es el
comienzo de todas las agonías. Veo venir los soplos
siempre agrios del dolor que se llama soledad.
Sé que la eternidad de la noche es un espejo
de la fugacidad del día. Escucho los pasos
de la resignación. (Son de mi cuerpo,
pero no son míos...)
La voz de mi madre llega con la liviandad
de un susurro, el viento del sur mueve
las cañas de bambú
y ella aleja la palidez de la noche
-Te conozco. Nunca te resignarás. Ya
de niño preguntabas todo.
-¿Por qué la muerte de esos cuerpos, madre,
sangrando como ríos por la calle?
-¿Por qué la muerte de esas almas, madre,
ya secas como piedras, arrastradas como sacos
de basura, en la estación de tren de Avellaneda?
-¿Ellos que deseaban, hijo?
-Uno se agitaba por el reino de la belleza...
El otro pretendía la justicia del cielo
aquí, en la tierra...
-Ya tienes las respuestas sobre sus muertes, hijo...
La noche avanza sobre el día,
pálida y agónica.
La única eternidad que se escucha es el silencio.
De los muertos es la quietud de la muerte.
De los vivos es la desesperación de la vida.

CORO
Esta tierra de albas rosas se pudrió,
no por la lluvia;
Ya nada crecerá de buena eternidad;
Cielos baldíos
¡Que la desgracia sea!
Esta materia sin sentido / lejos del sueño;
Sin otra lágrima que el grito, sin más
voz que el silencio...
¡Que la soledad sea!
Estos cuerpos apenas / fuera del alma
Sombras abandonadas a la piedad de un Dios...
Sangrando, asfixiadas, como estrellas,
más que ciegas, frías...
¡Que el mayor dolor sea!
¿Quién convirtió el hambre y la desdicha
en el pan de nuestra mesa?
¡El poder!
¿Quién hará la paz
cuando la Justicia sea?
¡Nuestros muertos!
(Pobrecitos nuestros muertos
que no vieron el fin de la desdicha)
(Que no tuvieron luz,
para las lágrimas oscuras de la agonía)
¡Pobrecitos nuestros muertos!
¿Quién hizo de nuestros muertos
la única razón para la muerte?
¡El odio!
¿Dónde mora el odio?
¡En la casa del poder!
¿Quién guardará la
historia que se silencia?
¡La memoria!
¿Quién le dará sentido
al cuerpo que se destruye por la calle?
¡La conciencia!
¿Quién detendrá la vida que se arrebata?
¡El deseo!
¿Quién hará del cuerpo
la casa para el alma, siempre?
¡El amor!
¡Que el amor sea la vida
sobre el frío sudor de nuestros muertos!

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