1996 - 31 de agosto - 2014

PATRIA O SAQUEO!!!

martes, 24 de enero de 2012

Habla Quebracho: "Desde la rebelion popular a construir la revolucion nacional"

Capítulo del libro "¿Que se vayan todos? A 10 años del 19 y 20 de diciembre de 2001". Ed. El Río Suena, 2011. Escriben: Guillermo Caviasca, Andrea D'Atri, Fernando Esteche, Claudio Katz, Roberto Martino, Eduardo "Vasco" Murúa, Martín Ogando, Roberto Perdía, Rubén "Pollo" Sobrero, Natalia Vinelli, Vicente Zito Lema


>>DESCARGAR<<




La batalla contra el neoliberalismo, la hora bolivariana


Desde la Doctrina Monroe seguida por el corolario Roosevelt y demás manifestaciones intervencionistas yanquis hasta aquí; y desde el Congreso de Panamá y la traición de los pequeños generales a Simón Bolívar para acá, pocas veces en nuestra historia como en esta hora se conjugaron posibilidades y condiciones que nos permiten pensar Nuestraamérica en términos concretos.
Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador, los países del ALBA muestran un camino posible y transitable de recuperación de la dignidad nacional y exponen una solidaridad nuestroamericana concebida a favor de los pueblos; y la Unión de las Naciones Sudamericanas (UNASUR) que empieza a mostrar una diplomacia sudamericana autónoma que sostuvo al proceso y gobierno democrático de Evo Morales frente a los embates desenfadados del Departamento de Estado Norteamericano y repelió la intentona de golpe de estado en Ecuador, son manifestaciones de esta nueva hora nuestroamericana.
Décadas de politiquería van estallando por los aires. Los conceptos de Patria Grande, Soberanía, Poder Popular y Proceso Popular Constituyente se van conjugando y corporizando en distintos lugares. Los pueblos hacen estallar los moldes democrático-burgueses. Las viejas matrices de las constituciones liberales se muestran obsoletas y el concepto de la democracia partidocrática está agonizando. Y, claro, la reacción del Imperio no se hace esperar. En ese enfrentamiento están los pueblos de América y el pueblo Argentino.
Como parte de ese movimiento histórico tenemos que comprender los hechos del 20 de diciembre del 2001 en la Argentina, que vendrán a abrir un capítulo de reformulación de la disposición de las fuerzas sociales, e indudablemente herirá de muerte la vieja forma de dominación para desatar un proceso aún abierto.
Las rebeliones en Ecuador de l997, 2000 y 2005; la insurrección de Bolivia con la guerra del agua en 2003 y 2005, la rebelión peruana que forzó la salida de Fujimori y el Argentinazo del 2001, entre tantas otras batallas épicas que encarnaron nuestros pueblos volvieron a exponer a las masas como protagonistas de la política, y a las calles como el escenario principal; de nuevo aparece aquello de la lucha de clases, lucha de calles. Con esa táctica fue como se derrotó al neoliberalismo.
La resistencia al neoliberalismo se expresó en Nuestraamérica de diferentes maneras, con multiplicidad de métodos de lucha y con variada efectividad; y así es que enfrentamos a la postre desiguales condiciones para articular proyectos populares en cada uno de nuestros países. Sin la comprensión de esta situación es imposible entender los condicionantes, las potencialidades y los límites de cada proceso.
No obstante tampoco podemos dejar de ver que justamente aquellas batallas contra el neoliberalismo y el proceso de recuperación y construcción de derechos que a expensas de tremendas luchas fue logrando nuestro pueblo en estos últimos años, nos ponen en condiciones muy superiores y más favorables que las que podíamos cotejar en aquel ardiente diciembre de 2001 cuando echamos a los piedrazos al gobierno de De la Rúa.



Las condiciones en que construimos la derrota neoliberal
A partir del Santiagazo (1) (el 16 de diciembre de 1993) como hecho bisagra en la lucha contra el neoliberalismo se suceden una serie de luchas reivindicativas y políticas que son la continuidad y la encarnadura de la realidad que inauguró el Santiagazo. La marcha nº 100 de los jubilados, el Jujeñazo, el Usuahiazo, las puebladas de Río Negro, el abrazo y la pedrea de los estudiantes al Congreso, la quema de la Casa Radical en Córdoba, El Sanjuaninazo, el 20 de febrero de 1996 en La Plata, el paro del 8 de agosto con el corte de ruta en La Matanza en 1996, los dos Cutralcazos (2), los nuevos jujeñazos, la catarata de cortes en el noroeste, el paro del 14 de agosto de 1997; son algunos de los hechos más destacados de la generalización de la transgresión y la confrontación en la lucha popular y contextualizarán la irrupción de lo que luego se llamó Movimiento Piquetero.
Una parte del movimiento piquetero promediando su desarrollo padeció el síndrome de la marketinización. Con el objetivo de seducir las billeteras de las fundaciones filantrópicas europeas, algunos se mostraban como una cosa que en realidad no son. Autonomismo, asambleísmo, supuesta ausencia de direcciones y de orientaciones políticas, desinterés por el poder, son simplemente los clichés absolutamente alejados de la realidad que exponían para que las oenegés les pongan plata. Nada más lejos que esos clichés de la experiencia de organización de los trabajadores desocupados en Argentina. Sino no se entendería cómo es que este sector cargó sobre sus espaldas uno de los capítulos más luminosos de la lucha contra el neoliberalismo.
Serán muchos los académicos que pretenderán explicar el fenómeno piquetero y adecuarlo a sus teorías, despojando de politicidad a estos movimientos en una artera maniobra de desarme ideológico que abarcó desde la propuesta de hacer la revolución sin tomar el poder hasta correr la centralidad de la contradicción de clases como articuladora del conflicto. Y lo más patético será el movimiento que algunos grupos harán por replicar o reproducir los rituales, los corsets, que se planteaban en estas teorías.
Pero antes de eso la CGT había sido fracturada desde el gobierno menemista para poder acometer el saqueo al capital social acumulado, todas las empresas del estado, todo el trabajo de los argentinos expresado en la riqueza y propiedad de dichas empresas fue dilapidado, “es la venta de nuestro pasado” dirá Roberto Perdía.
Más tarde se consolida hacia el interior del movimiento obrero una corriente nacional y combativa Movimiento de los Trabajadores Argentinos encabezados por Hugo Moyano, ya se había producido también el desmembramiento de corte socialdemócrata de la Central de Trabajadores Argentinos encabezada por Hugo Yaski y Víctor de Genaro. Poderes mucho más fuertes y con pensamiento más estratégico que las asambleas de laburantes eran los que sentenciaban la suerte de las estructuras organizadas de los trabajadores argentinos desde lejanas geografías.
Tanto el MTA como la CTA tuvieron un papel preponderante para enfrentar las privatizaciones en un momento donde desde el poder se respondía a los que luchaban con el aniquilamiento social o laboral, consagrado en la poco feliz frase de Menem cuando dijo “ramal que para ramal que cierra” frente a la resistencia de los ferroviarios para que no se acometa el ferricidio.
Fue la última etapa menemista y fundamentalmente los años de la Alianza los que consolidaron una unidad política entre los trabajadores que comprendieron además la necesidad de la unidad y constituyeron así la Mesa de Enlace junto a los estudiantes nucleados en la FUA para coordinar luchas nacionales.
Pronto los piqueteros entraran en escena para coordinar también jornadas de paros generales y piquetes. Son tiempos de acumulación, de avances, de organización.
El 19 y el 20 de diciembre de 2001 fue el punto culminante de un largo proceso de resistencia popular iniciado en el Santiagazo en los cuales la tenaz y activa lucha del pueblo fue rompiendo a piedrazos, contra el exitismo tarado que reinaba, aquello de la “dominación con consenso”. Lo que decíamos en 1995 con la sentencia de que “hay que romper el espejismo menemista a piedrazos”, sentencia que muchos nos criticaban como exabrupto, expresaba en realidad lo que venía pasando, contra la traición de los cientos de burócratas oportunistas y vendidos, y sin una conducción política clara, nuestro Pueblo iba llevando adelante esa pelea. Fue con los cortes de ruta, con las puebladas y con los enfrentamientos con las fuerzas represivas como se fue haciendo añicos, durante esos años, la etapa de “la dominación con consenso” que inaugurara, después de la dictadura, la primavera alfonsinista.
El Argentinazo del 2001 fue para nosotros la expresión de la acumulación de cantidad que provocó un salto en calidad, y que expresó en las calles lo que perfilaba constituirse como bloque social revolucionario, la unidad de los sectores de trabajadores, de sectores populares y de los sectores medios pero que no tuvo la capacidad de dotarse de una táctica y de una estrategia que le permitiera resolver de una vez la cuestión del poder en Argentina, no pudo constituirse en bloque contra hegemónico por falta de articulación. Aquella consigna que mejor que ninguna expresó el sentimiento popular de esas jornadas “Que se vayan todos” terminó siendo burlada por un recambio institucional que a poco de constituirse echó manos a recomponer los derruidos lazos de dominación, echó mano a recomponer la hegemonía. Esa fue la tarea de los que fueron llamados a comandar el gobierno desde el 2002 en adelante.



La gobernabilidad y la gubernamentalidad
La batalla de Puente Pueyrredón (3) será claramente el hecho que podemos tomar como referente para separar las etapas de crisis que abrió el 20 de diciembre.
Con Duhalde en la presidencia, aquel que en la compulsa electoral había salido derrotado pero que mantenía altas cuotas de poder mafioso mediante intendentes del conurbano y alianzas con los gobernadores, se seguirán sucediendo hechos de ingobernabilidad. Las razones estructurales de la crisis no podrán resolverlas en lo inmediato y los detonantes tampoco, mucho menos.
En el puente Pueyrredón se enfrentarán dos modelos de país, dos concepciones políticas, como hace un siglo en los campos de batalla de Caseros-Pavón, ahora el puente enfrentaba al país sujeto a la vieja política, al emparentamiento descarado con el imperio y a la entrega, contra quienes venían por su destino, por su futuro, por trabajo y por dignidad, como bien lo expresaba su consigna, “trabajo, dignidad y cambio social”.
Puente Pueyrredón sepultará los sueños presidencialistas de Duhalde y la posibilidad de recomponer la dominación como venía siendo. Como bien señaló el senador Roggero con Duhalde se quemaban las naves de la vieja política. Será a nuestro entender el capítulo final que dará cuenta de que ya no se puede dominar como se venía dominando.
Argentina enfrentada a la maravillosa posibilidad histórica de construir un gobierno popular como hijo del argentinazo del 2001, ya dijimos, fue maniatada con la operación de recomposición de la dominación, donde la presencia de las organizaciones populares en las calles no expresa otra cosa que una seria amenaza a la estabilización de una nueva gobernabilidad. Por ello con la maniobra de cooptación de organizaciones populares que se operó desde el 2002 con la prebenda y la tentación, la nueva dominación asesta así un duro golpe al nivel de acumulación de organización y combatividad popular.
Claramente decimos que se trató de cooptación porque lejos de ser una convocatoria a todos los actores políticos populares fue una operación en la que en un primer momento intervenía directamente el jefe de la SIDE, mediante la cual integraban organizaciones y dirigentes al gobierno y al “proyecto” a través de la discrecionalidad en el acceso a políticas públicas.
La efectividad que tuvo esta operación hablará además de cierta debilidad del movimiento popular y de la falta de vocación de articular una política de ruptura, de las disensiones internas, de la vulnerabilidad de sus dirigentes, de la penetración en las estructuras populares de una cultura reformista y partidocrática.
Comenzó entonces una compleja tarea de recomposición de la dominación, de reconstrucción de una Argentina previsible, pero imposibilitados de desatender algunos reclamos muy sentidos por los sectores populares donde además se trató en un primer momento de una administración con solamente el 22% del apoyo electoral, una tarea indudable y prioritaria era construir consenso y gobernabilidad si se quería perdurar.
Aquí es donde entra la gubernamentalidad (4) como mentalidad que teñirá todas las políticas públicas y que expondrá la limitación más grande de este modelo. Criticando en el discurso las políticas de asistencia y tutelaje van a promover políticas socioproductivas que pretenderán hacer ese tránsito del asistido al emprendedor, condenando a los pobres a consumos de sobrevivencia.
Propondrán cooperativas que pinten cordones, o créditos para panaderías, zapaterías, carpinterías, huertas comunales, distintos tipos de trabajos que en sí mismo no redundarán en trabajo genuino sino en un subsidio estatal porque no se produce una transformación general del mercado de trabajo. Serán panaderos barriales, zapateros remendones o carpinteros sin madera para ofrecer trabajo en sus propios barrios sumidos en el subconsumo. Ahí está el perfil más neoliberal de las políticas públicas que lejos de los ímpetus populistas que quiera encontrarle Roberto Laclau al modelo k, no estará integrando a los excluidos sino simplemente asistiendo para paliar los efectos de la pobreza.
En general lo que será una característica que hasta la muerte de Kirchner se expresará mas fuertemente, es la ausencia de las masas en la construcción y defensa de las políticas de estado, cuestión que con la crisis de la 125 (5) y la muerte de Kirchner (6) fue cambiando muy tenuemente.
Pero todavía está vivo en el recuerdo los retos y rezongos que el ex presidente le propinaba a la militancia que iba a bloquear a las petroleras formadoras de precio de la nafta o a los hipermercadistas formadores de precios de la canasta familiar, prefiriendo resolver esas cosas en los escritorios.
Ahí justamente está una de las claves para comprender la política k: el pánico a la calle. Para nosotros el principal escenario que garantiza la soberanía popular es la calle eso distingue una democracia de masas de una democracia restringida.

Pos neoliberalismo en Argentina, el modelo K y nuestro desafío
Entonces si bien definimos al kirchnerismo como posneoliberalismo es necesario señalar algunas de sus características salientes para ajustar de qué se habla cuando se habla de modelo k. El problema de la pobreza intenta atacarlo con políticas públicas que no atacan la generación de la pobreza. Pero ahora bien, el modelo no es una suma de políticas públicas como pretenden propagandizar, sino la articulación entre un modo de acumulación capitalista, una forma de dominación política y de organización social. El modelo no es la parte que se muestra para el aplauso, no es el discurso, es todo, incluso lo que a algunos les cuesta ver.
La matriz del sistema económico sigue estando basada en la economía extractiva del modelo agrominero exportador con cierta tendencia a un desarrollo industrial tímido que llamarán neodesarrollismo. Lo estructural es el saqueo y la depredación, es la producción de una nueva burguesía amical expresada por bandidos como Jaime, Brito o Capaccioli (7). Porque lo que algunos autores van a definir como “modelo neodesarrollista” o de “nueva sustitución de importaciones” este gobierno preferirá hacerlo mediante amigos empresarios y no desde el estado. Incluso en el kirchnerismo temprano habrá organizaciones militantes que reivindicarán a Franco Macri como un burgués nacional (8).
Definimos la economía extractiva como de saqueo pero además de depredación por el aniquilamiento de recursos y de bienes que llevan adelante, porque las formas de ejecución de esa extracción en el área de que se trate es agresiva, contaminante, de aniquilamiento. Se trate de minería a cielo abierto, de cultivo agresivo, de agrotóxicos, de agotamiento del bien (petróleo extrayendo reservas), dejando contaminación de acuíferos y abatimiento de reservas de agua (glaciares), desertificación y producción de pasivos ambientales irremediables, pueblo despojados, destrucción de las economías regionales, etc. “venden nuestro futuro” dirá de nuevo Roberto Perdía. Es la depredación, es la langosta capitalista.
Otra de las cuestiones para nosotros estructurantes de lo que se da en llamar “el modelo” es la enajenación de la riqueza nacional mediante el recurrente pago de la deuda externa. “Desendeudamiento” será el término con que pretendan resignificar lo que no es otra cosa que un hecho de expoliación de nuestra riqueza, el precio que decide este gobierno pagar para ganar en autonomía económica. No hay ningún poder nacional que se anime a desempolvar del cajoneo parlamentario aquella sentencia judicial que define a la deuda externa como ilegal e ilegítima (9).
La depredación y el saqueo lejos de desacelerarse se van profundizando y los exponentes más claros de estas políticas, gobernadores como Gioja o das Neves (10), aparecen como prohombres de la Argentina que se viene. Aquel almuerzo de mediados del año pasado de Cristina Kirchner con Peter Munk, dueño de la Barrick Gold, garantizándole previsibilidad en los negocios da cuenta de esto.
Nuestra política exterior en manos de Héctor Timerman, tan permeable a las presiones sionistas, arrincona a nuestro país entre el pequeño puñado de países que le hacen de comparsa a los luctuosos llamados a la guerra contra Irán que proponen Israel y Estados Unidos.
No podemos omitir nombrar a Luis Cuellar ultimado en la movilización contra la tortura en Jujuy 2003, Juan Carlos Erazo trabajador del ajo asesinado en Mendoza en 2008, a los acribillados de Insfran en La Primavera, Los cuatro asesinados de las ocupaciones de Jujuy, los masacrados del Indoamericano, Mariano Ferreyra , el fusilamiento de Carlos Fuentealba (2007); los dos jóvenes de Bariloche asesinados por la policía (2010), Facundo Vargas (Talar de Pacheco, 2010) y Cristián Ferreyra, del MOCASE VC, asesinado mientras escribimos estas líneas por sicarios al servicio de los sojeros en Santiago del Estero.
Porque tanta muerte exponen también un perfil del modelo que tiene que ver con bandas que operan como guardias blancas contra los compañeros, muchas de ellas operadas por socios del gobierno nacional como los casos de Jujuy, Rio Negro y Formosa.
En otra dimensión encontramos aquello de “el modelo” que enamora a muchos compañeros y esconde el calibre estructural del saqueo y la depredación. Aquello que será uno de los dispositivos de construcción de consenso. Está la articulación de un relato oficial histórico que eslabona y vuelve a enhebrar en una misma lógica las luchas de la independencia, de Vuelta de Obligado (11), de las montoneras, de la resistencia, con las luchas actuales. Que vuelve a imponer la mística militante, la épica de la política. La que no duda a la hora de identificar a los enemigos de la nación; el FMI, la oligarquía, las corporaciones y los grandes grupos económicos (aunque se olvida de sus propios socios); que asoma con un discurso nuestroamericano, que invita y convoca a protagonizar la historia, la dimensión incluso que lleva adelante medidas de confrontación con corporaciones como ley de medios, decreto 125, recuperación de fondos de pensión y jubilación por el estado, quita de subsidios, pretensión de regular la fuga de divisas.
Justamente en comprender que no todo es estructura está la clave para poder explicarnos la Argentina que vivimos y la construcción del consenso kirchnerista. Por eso quienes anclados en miradas obtusas y ortodoxas que nunca alcanzaron a poder explicar nuestraamérica, no podrán comprender la realidad por más esfuerzos que hagan, y verán en el kirchnerismo más neoliberalismo, continuidad intocada, como si la historia se cristalizara. Y mucho menos podrán comprender a aquellos millones que creen en este gobierno y los sentirán entonces como enemigos o los despreciarán desde la intelligentzia.
Hay una gran diferencia en el relato neoliberal individualista y promiscuo, y en las prácticas neoliberales de deserción estatal de la cosa pública respecto de las nuevas lógicas que se vinieron amasando desde el combate contra ese mismo neoliberalismo y que muchas son expresadas hoy por la narrativa oficial. Es claro que eso expresa un nivel de acumulación y es claro que estas situaciones, en nuestro entender, siempre son generadas por la puja, la tensión, la lucha popular contra un estado inevitablemente productor de exclusión.
Así están las cosas. En tensión.
Todas las matrices orgánicas de acumulación de poder político en Argentina están atravesadas por una concepción restrictiva de la política que no hace otra cosa que negar, invisibilizar, proscribir, a vastos sectores del pueblo argentino. Son matrices ancladas en la concepción de acumulación en base a lo social y políticamente integrado y en general por eso mismo quedan cautivas de ingenierías políticas donde la opinión pública, el marketing político y “la política” misma quedan atrapadas en ese círculo vicioso de reproducción de la banalización de la política en manos de unos cuantos profesionales de la administración de la miseria. Son matrices que están férreamente articuladas en base al relato de la gobernabilidad (hecho contrarrevolucionario por excelencia) (12).
La posibilidad de construir en la Argentina un proceso de recuperación de soberanía, y por tanto de poner en sintonía la acción de gobierno con los intereses populares, decíamos más arriba, dependerá de la capacidad de los movimientos populares de articularse y superar, con la formidable plataforma que da la actual situación de subjetividad.
Las grandes discusiones que debemos enfrentar como Pueblo que algunos las encaran desde la picardía de una mueca reelectoral, debemos tomarlas desde el cuestionamiento radical al modelo, desde negar la necesidad de profundizarlo sino sostener la urgencia de cambiarlo y desatar un proceso constituyente que además de eliminar la constitución neoliberal del Pacto de Olivos (13) recupere la soberanía política y económica, y entendemos que hay consenso para llevar adelante un proceso constituyente refundacional sino se hace es porque la dirigencia política no tiene esa voluntad.
Para los cómodos o posibilistas les decimos que no estamos hablando de cosas imposibles, hay gobiernos en Nuestraamérica surgidos como expresiones de la articulación de los movimientos populares que protagonizaron la lucha contra el neoliberalismo, la fortaleza de esos gobiernos reside justamente en el carácter de masas que le imprimen a la nueva institucionalidad que van intentando gestar para expresar las nuevas situaciones de representación y de acción política. Procesos que se zambulleron en una situación constituyente permanente. Otros gobiernos en cambio se han arrinconado en los viejos formatos demo-liberales y lejos de arrojarse con audacia y coraje a la aventura de la recuperación nacional, prefirieron el lugar de la seguridad y la gobernabilidad.
En tanto la política siga cautiva de las estructuras partidarias que reproducen un modelo proscriptivo y demo-liberal, mientras haya movimientos populares que por sus debilidades aporten a reproducir estas formas de acción política en vez de combatirlas, argumentando que hay una tensión y que hay que dar la lucha renunciando a sus convicciones; en tanto eso se sostenga como predominante en el escenario, entonces no estará nuestro pueblo en condiciones de recorrer sin trabas el camino de la recuperación de soberanía política, nacional y económica.
En esa complejidad es que quienes abogamos por un gobierno popular, por una democracia de masas, por nuevas formas de representación y acción política, que se ponga en hora con el tiempo Nuestroamericano, tendremos que trabajar para neutralizar el efecto centrífugo de la falta de una lectura común del proceso actual y seguir reconociendo compañeros a los hombres y mujeres con genuina vocación antiimperialista. La posibilidad en el mediano plazo de un gobierno popular es concreta, hay condiciones para construirlo. La revancha de la derecha también es una posibilidad histórica, pero se suceda o no, difícil es que se desagregue el proceso de acumulación política alcanzado hasta hoy y que estará en las dirigencias y la militancia popular la capacidad de orientar ese capital a una estrategia efectiva de triunfo popular.
Una estrategia no es una suma de tácticas. Pero la suma de tácticas da cuenta de una política. El carácter y el objetivo de las alianzas que se construyen, los métodos que se aplican en la lucha entre el Pueblo y los grandes grupos económicos, y como están dispuestas las fuerzas militantes, en qué práctica se educan, todo ese conjunto determina qué política se tiene.
Ahora bien entendemos el tema de la subjetividad en que se asienta el consenso kirchenrista, entendemos también que algunas cuestiones estructurales se eclipsen en la narrativa oficial; pero no podemos permitirnos a pesar de esta comprensión no señalar con toda claridad la naturaleza de la contradicción principal en la Argentina de hoy que entendemos es justamente Patria o Saqueo. De un lado la Patria del otro la Entrega, todo aquello que no exponga esta contradicción está lindando peligrosamente en el diversionismo que lejos de fortalecer al Pueblo, lo debilita.



De nuestras taras
Quienes soportamos sobre nuestra lógica política el eslabonamiento histórico y entonces podemos comprendernos hijos de los setenta, ochenta y noventa, asomamos a este siglo XXI no despojados de taras y ataduras que nos impiden la suficiente libertad y audacia para crear políticas novedosas.
Así como quienes por inseguridad política o colonización cultural en los 90 compraron la idea de que “murieron los grandes relatos”, de que con la globalización y el capitalismo totalizado llegó el fin de la historia, de que todo es relativo, discutible, cuestionable, líquido; los posmodernos telúricos con la misma impronta produjeron organizaciones populares intoxicadas de este gran relato como es que no hay grandes relatos.
Hay entre las organizaciones populares muchos dolores y heridas mal procesadas. Van a expresar entonces un temor inexplicable a la calle, al escenario disruptivo, a la violencia, a la firmeza, va a haber mucho reformismo, se va a hacer política sin pensar en el poder porque el poder es cosa de los políticos y no de los militantes.
Nos interesa plantear algunas alertas sobre dos manifestaciones radicales de lo que para nosotros son caminos hacia la no-política. Una, contra los que proponen sembrar zapallos, pintar cordones, hacer ladrillos y otro contra los que proponen organizaciones y políticas clandestinas que no tienen ningún tipo de viabilidad ni anclaje ni posibilidad histórica en el pueblo.
Como revolucionarios tenemos dos obligaciones que se destacan, en todo caso, entre tantas y tantas. Una es la reflexión teórica, la construcción de doctrina. Aprender que hay formas de lucha que son más o menos efectivas. Adecuar las formas de luchas y acumulación que contextualizadas con el momento político de nuestro pueblo resulte efectiva. Porque nosotros lo que queremos construir son victorias, no pósters o fotos en las remeras. Por eso hay que comprender que hay formas de lucha que van construyendo viabilidad histórica.
Nosotros, si pudiéramos hacer una revolución remontando barriletes, haríamos la revolución remontando barriletes, pero no se puede hacer la revolución remontando barriletes. Pero tampoco creemos en el fetiche de que la revolución únicamente se hace con lucha armada y todo lo demás es reformismo.
Recordemos aquello que nos dijo el Che: para ser revolucionarios lo primero que hay que tener es una revolución. Entonces es revolucionar. Revolucionar significa que proyectemos cada una de nuestras acciones, cada uno de nuestros actos, como un grito de guerra. Con más o menos pretensiones.
Cuando los cínicos explican que en este país “se puede hacer esto y hasta acá” y se explican los procesos de otros pueblos porque “esos pueblos vienen de otras tradiciones”, para rebatirlos volvemos al Che, que sostenía “¿Es que este pueblo (cubano) ha hecho revolución porque es así? De ninguna manera. Este pueblo es así porque está en revolución”. Un Pueblo conquistando sus derechos, un Pueblo ejerciendo poder, tomando conciencia de su fuerza es un Pueblo que entra en revolución, cualquier maniobra que intente despojarlo de su acción histórica es reaccionaria. Los convites oficiales a salir de la calle son justamente una intención inocultable de esto.
Entrar en revolución no es una tara para después sino es la urgencia del presente y no se trata simplemente de formas de acción sino fundamentalmente de conciencia y cultura política.

La lucha es funcional a la derecha en el decálogo k
En boca de muchos amanuenses oficialistas y de muchos militantes kirchneristas asoma la fatídica frasecita cada vez que alguna organización popular lleva adelante una política que no está en la agenda K o practica una forma de protesta que expone al gobierno a situaciones incómodas.
Es una lógica perversa y que termina siendo anti-política más allá de la buena voluntad de quienes esgrimen la frase como escudo de protección al modelo que suponen popular y por eso defienden.
Pero nosotros no nos permitimos semejante pifie intelectual porque sería “ser funcional a la derecha”, eso sí, ser funcional a reproducir la banalización de lo político, el vaciamiento de la discusión, sería no permitirnos ver la complejidad densa que protagonizamos... simplificar siempre es desarmar la discusión de cara al pueblo, suponiendo que el soberano es idiota.
Algo pasa si desde la derecha y desde el gobierno hablan de “funcionales a...” será que hay una coincidencia de la derecha y el gobierno en la defensa de lo que se agravia con la lucha popular. Entonces lo importante es discutir qué es lo que se agravia? ¿Es la paz? ¿El tránsito vehicular? ¿Los vidrios de la oficina de una multinacional? O es que cierta pelea, en sus contenidos y en sus repertorios expone incontrastablemente el arrebato de soberanía sobre nuestro pueblo (todos sabemos que Repsol no es argentino, que las mineras tampoco y hacen cuantiosos negocios, dejándonos solo contaminación y tierra muerta), expone una diplomacia errática que las más de las veces cae en el cipayismo; expone y visibiliza la pobreza sin sino en carne y hueso, con olor y con ruidos de hambre.
Nosotros creemos que a esta altura de la maduración política de nuestro pueblo es poco serio seguir señalando como “funcionales a” todo aquel repertorio de protesta, forma de lucha, acción política y política que no sea la dictada por el gobierno. Creemos que lamentablemente quienes caen en ese juego son justamente los verdaderos funcionales a la reproducción de la dominación cuando le niegan al Pueblo la posibilidad de discutir a fondo, sin simplificaciones, cualquier cuestión de la que se trate.
No se merece nuestro pueblo seguir padeciendo situaciones como que un ministro inculpe al pusilánime Pino Solanas de organizar la quema de los trenes para propagandizar su película, son verdaderamente tristes semejantes maniobras, o que dicte la prisión de un delegado sindical de izquierda pretendiendo que haya sido el organizador de la quema de vagones de trenes; niegan las condiciones en las que viaja la gente, niegan la posibilidad de que el pueblo reaccione, niegan la posibilidad de maniobras patronales para cobrar lujuriosos subsidios, niegan nuestra inteligencia.
No se merece nuestro pueblo asistir a argumentos como el de J.P. Feimann que se confunde con su homónimo Eduardo y acusa al PO de “mandar a la muerte” a Mariano Ferreyra sin abordar el problema de las patotas parasindicales que fusilaron al compañero. Este filósofo de cabotaje cuya principal cualidad es su certeza (llamativo en un filósofo) es uno de los principales divulgadores de nuevo pensamiento kirchnerista, un exégeta de los nuevos tiempos y del modelo, con esa lógica chata explica la muerte de un militante en Barracas.
Ante las protestas en las que se producen incidentes muchos compañeros nos señalan con suficiencia impostada que “eso es cosa de otra etapa”. No se nos puede criticar a nosotros no haber abonado la lucha contra el neoliberalismo y la recuperación de la memoria, porque cuando muchos estaban embriagados con la lógica neoliberal, algunos incluso eran funcionarios, nosotros combatíamos contra el sentido común imperante en el menemismo, y ahí era Menem el que nos señalaba, después fue de la Rúa.
“Nada justifica la violencia” es una verdad de Perogrullo de la misma manera en que uno podría decir que todo justifica la reacción violenta. Es un problema de perspectiva, de formas, porque no ver como violencia la depredación y el saqueo, no admitir como violencia la usurpación de nuestra soberanía es un problema de conciencia nacional, simplemente de eso. Uno podría revisar las formas de manifestación, pero no lamentamos de ningún modo daño alguno contra los depredadores porque los identificamos como tales.
Lo que creemos que sería sano es animarse a discutir las políticas, las razones de las mismas y a partir de allí los caminos más efectivos y menos traumáticos, eso sería no ser funcional a la derecha. Finalmente los vidrios rotos de Repsol o Panamerican son la forma de organizar la puteada contra el agravio de los que no tienen hasta ahora una mejor forma de expresarse en política.
Los más humildes de las barriadas, los que eligieron y pudieron desembarazarse del punterismo clientelar, de la política perversa, los que no están expresados por ninguno de esos pitucos que pretenden representar y se dicen representantes del pueblo, los ninguneados, los invisibilizados, los despreciados y olvidados, esos, los que a pesar de la miseria suben a un tren o un micro y tienen el descaro de animarse a protestar. Llegan hasta el centro y van al lugar que simboliza la cueva del saqueo y del agravio. Y envisten contra ese lugar, en la medida en que sus posibilidades, sus capitales políticos, sus formas posibles, sus fuerzas, despojados ellos de todo aparato partidario, sindical, ni nada, pueden hacerlo.
Kirchnerismo modelo 2011
A fines del 2010 el paisaje político argentino nuevamente se pobló de muerte y represión, de enfrentamientos entre “vecinos” y pueblo como en el Indoamericano.
La inesperada muerte de Néstor Kirchner parece cerrar aquel fatídico capítulo para desatar un proceso sostenido de acumulación política oficialista, de recomposición de consenso y de sentar las bases para la Argentina que se viene, después de un par de años antes haber padecido una derrota electoral.
En muchos compañeros penetró el relato oficial ante la evidencia de lo que hasta entonces parecían no ver y descubrieron un kirchnerismo nutrido de pueblo y conteniendo los mismos anhelos y los mismos sueños que nosotros. Muchos de esos compañeros que cuando señalábamos que en las filas kirchneristas (no por kirchneristas) están nuestros compañeros no acordaban con esto. Fue para ellos más elocuente la televisión y las imágenes que esta reproducía que las evidencias de la política.
Muchos entendieron que ésta fue la “bisagra histórica”, que la muerte (no la vida!) de Néstor Kirchner provocó un renacimiento de la política, del protagonismo juvenil, del sentimiento nuestroamericano, de la posibilidad de una Argentina para todos.
Mientras los miles de chicos de Misiones siguen con su cuadro de desnutrición que tanto molestó cuando el gobernador lo “alcahueteó”; la juventud sigue interpelada por la política y en una u otra plataforma saludablemente viene a ocupar como desde hace tiempo su lugar; algunos degenerados son juzgados y otros nunca serán juzgados, los militantes populares seguimos padeciendo condenas y persecuciones; los Scioli, los de la Sota y los Reutemann que expresan lo que todos sabemos siguen siendo actores importantes incluso de la construcción del nuevo kirchnerismo que como se denunciará hace años con la consigna de “faltan negros en las listas” (14), sigue apostando a una arquitectura de poder que desdeña de las organizaciones populares privilegiando exponentes de la vieja política o supuestos “leales” que tienen más antecedentes como profesionales exitosos que como militantes.
Estas son las complejidades, las contradicciones de la realidad actual, los aparentes sinsentidos que tenemos que aprender a leer del presente.
Lo que ningún militante popular se debe permitir es dejar de luchar, dejar de militar contra los poderes más oscuros, contra los males más arraigados, contra la entrega y el saqueo de la riqueza de todos, lo que no podemos permitirnos es aplaudir relaciones carnales, aplaudir desidia como con Malvinas, no podemos aplaudir la pobreza que sigue existiendo y la desocupación, no podemos saludar como victoria los subsidios al desempleo o los planes trabajar o las cooperativas que ficcionan el trabajo genuino, eso tiene que quedar claro que no alcanza a resolver los problemas nacionales. No podemos permitirnos que ya cuenten quince asesinatos de carácter político en estos ocho años frente a los cuales el gobierno no actúa.
La posibilidad de superar esta situación como siempre está en el poder popular organizado, que si bien lejos pareciera de constituirse hoy una alternativa a las formas tradicionales de la política que tanto la oposición como el oficialismo desarrollan desde las prácticas partidistas proscriptivas, es sin embargo el único camino posible por construir soberanía popular.
Nosotros seguiremos quedándonos afuera, pero apostando a construir la convocatoria de un adentro que sea de dignidad y soberanía, intentando tirar abajo los muros que nos permitan abrir ese adentro y mirando a los otros con la humildad suficiente que nos permita entenderlos compañeros, porque entre las grandes taras que padecemos las organizaciones populares está la más grande de todas que es la imposibilidad de identificarnos como iguales porque transitamos caminos distintos. El enemigo seguirá siendo para ellos, para nosotros, para la patria, el saqueo, los grandes grupos monopólicos que lo perpetran, los que a conciencia lo facilitan, los poderes concentrados de la política y la economía.



Que todo cambie de una vez
No pasaron ni unos meses cuando desde las academias de Europa, desde los medios colonizados, desde los escribas de la perfidia nos decían hasta convencer a muchos que la consigna “que se vayan todos” era disolvente, no propositiva, nihilista, que no servía, que era sólo expresión de ánimo y no propuesta política. Se asustaban algunos ante la posibilidad de que se fueran a ir todos.
De nuevo es la lógica del temor cuando el pueblo en la calle habla.
Aquellas jornadas anduvimos entreverados en la calle, peleando con la policía, armando barricadas, dándonos ánimo y siempre en nuestros labios llevamos esa consigna; “que se vayan todos”.
El mismo Petete Almirón llegado desde la zona sur de gran buenos aires fue abatido por las balas policiales con esa consigna en sus labios.
Estaba claro quiénes eran todos los que tenían que irse para que no venga ahora ningún exégeta a explicarnos nada que nosotros ya sabemos. Estaba claro lo que queríamos decir como pueblo por más que digan ahora con palabras difíciles que la consigna es “polisémica” o “disolvente”.
Estábamos diciendo que no podían seguir gobernando como venían gobernando y que no se aguantaba más vivir así.
Por eso Duhalde no pudo ser la figura de recambio, porque no quiso atender esta situación, pretendió ahogarla a palo y bala. Por eso esta hegemonía kirchnerista debe atender esta realidad para producirse y construirse, más allá de su perfil extractivista y de saqueo, el gobierno debe sostener una narrativa que reivindique valores políticos como la soberanía, el antiimperialismo, lo popular.
Es por esto que nosotros una década después de aquellas jornadas no podríamos animarnos a plantearlas como una promesa abortada, como una lucha estafada, como lo que no pudo ser.
Más allá de las maniobras de mayor o menor alcance que practiquen los que gobiernan lo que no podrá torcerse ni ahogarse fácilmente es la noción de protagonismo popular, de recuperación de soberanía, de identificación de los enemigos de la patria.
Nos quedan deudas políticas e históricas nada despreciables, la principal tiene que ver con los proscriptos, aquellos que no figuran ni en encuestas ni en padrones, aquellos a los que no llegan las políticas públicas, aquellos que siguen cautivos de la explotación. Los invisibilizados y negados incluso por el relato progre del gobierno; que pretende que con la asignación universal por hijo resuelve la inclusión social.
La mejor reflexión que podemos hacer en torno del 20 de diciembre es justamente la reivindicación de la calle como el escenario principal y casi excluyente de la producción política popular.
Queda claro mucho por recorrer, pero no estuvimos pedaleando en el aire.



NOTAS


(1) Rebelión en la provincia de Satiago del Estero de estatales y pueblo pobre que termino con el incendio de la casa de gobierno.


(2) Es fundamentalmente el segundo Cutralcazo el que constituye un nuevo hito, es “un salto cualitativo donde quedaron en evidencia manifestaciones de poder local como organizaciones espontáneas de las masas”. Durante el mismo, intendente y concejales fueron corridos a un lado desplazados por las asambleas populares y los piqueteros, que hablaron sin intermediarios con las máximas autoridades. La misma experiencia de organización independiente de las masas y de verdadera democracia, popular y directa, se repitió en los cortes que luego del segundo Cutralcazo se multiplicaron en diversos lugares del país, principalmente en Jujuy y Salta.


(3) Puente Pueyredón el 26 de junio de 2002 en medio de los todavía activas movilizaciones populares las organizaciones de desocupados encabezadas por la CTD Anibal Verón resuelven protestar cortando los puentes de acceso a la capital federal, pidiendo aumentos en las asignaciones, se produce así una emboscada de la gendarmería, prefectura, PFA y bonaerense que se cobrará la vida de Darío Santillán Y Maximiliano Kosteki.


(4) Michel Foucault va a plantear en Nacimiento de la Biopolítica como la gubernamentalidad neoliberal apunta a la “formalización de la sociedad según el modelo de la empresa”, sometida a la lógica de la dinámica competitiva.


(5) Decreto 125 que pretendía aumentar el monto de las retenciones a las exportaciones agrarias y a las cuales se enfrentaron con virulencia los sectores de la agroexportación, esto produjo un movimiento de alineaciones entre opositores con fuerte impronta golpista.


(6) Este cambio se opera no como voluntad del gobierno ni producto de que muere Néstor Kirchner sino como proceso inevitable de irrupción de las masas en la escena política.


(7) Los tres íntimamente relacionados con el gobierno, Jaime y Capaccioli funcionarios hoy procesados en varias causas judiciales por enriquecimiento ilícito y defraudación al estado, el otro banquero; expresan los nuevos sectores ricos de la Argentina Kirchnerista, favorecidos por su relación con el estado.


(8) La primera prensa nacional que publicó el Movimiento Evita contiene una nota central firmada por Santiago Martorelli que se titula justamente “Techint :La burguesía nacional.”


(9) Don Alejandro Olmos inició en 1982 una causa para que se investigue el carácter ilegal de la Deuda Externa, el fallo del Juez Federal Ballestero del año 2000 estableció el carácter fraudulento de la deuda contraída delegando en el Congreso Nacional las medidas a tomar.


(10) Gioja como exponente de la depredación minera de la Barricks, pascualama, y demás de explotación a cielo abierto, consumo formidable de reservas de agua dulce y contaminación, además del saqueo propio de minerales. Das Neves como exponente del saqueo energético con toda nuestra riqueza hidrocarburífea en manos extranjeras.


(11) La Batalla de la vuelta de Obligado en el gobierno del Brigadier Juan Manuel de Rosas, ante la prepotencia de la poderosa flota anglofrancesa que pretendió navegar por los ríos interiores de la Argentina pisoteando la soberanía nacional; y fue combatidas con barcazas y cadenas atravesadas a lo ancho del río y cañoneada por las tropas al mando del General Mansilla.


(12) Para un análisis más profundo de este tema ver “Revolución Permanente es Proceso Constituyente Permanente”, en Patria o Saqueo, MPR Quebracho. ed. El río suena 2010.


(13) Acuerdo que refrendaron Menem y Alfonsín para adecuar la constitución al esquema neoliberal que venían sosteniendo y que dará fundamento constitucional al saqueo de los bienes comunes y la pérdida de soberanía. Muchos de los actuales dirigentes que se pretenden paladines antineoliberales fueron constituyentes siendo sólo De Nevares y Galarza de Neuquén los diputados constituyentes que repudiaron esa constitución, los demás firmaron todos.


(14) Con esta consigna el dirigente de la FTV el kirchnerista Luis D´Elía organizó una multitudinaria manifestación reclamando sin mayor suerte lugares en los cargos electivos que proponía el gobierno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario