1996 - 31 de agosto - 2014

PATRIA O SAQUEO!!!

viernes, 1 de julio de 2011

26 de junio. Memoria, balance y desafios. Reivindicar la lucha de Dario y Maxi es construir la unidad popular

Nota publicada en Prensa Nacional Quebracho, n° 72, junio-julio de 2011.


El 26 de junio del 2002 fue mucho más que una jornada de cortes que pretendía sitiar la Ciudad de Buenos Aires por parte de un conjunto de organizaciones populares, encabezado por la Coordinadora de Trabajadores de Desocupados Aníbal Verón, para conseguir algunas conquistas reivindicativas. Fue la continuidad del proceso popular de masas del estallido del 19 y 20 de diciembre de 2001.
El régimen quemaba las “últimas naves”, como dijo el Diputado Nacional Humberto Roggero cuando era designado Eduardo Duhalde como Presidente de la Nación, con el intento que la crisis política tenga una resolución favorable al stablishment y contra los sectores populares.
La masacre del Puente Pueyrredón debe ser comprendida dentro de un proceso popular de masas que estaba en crecimiento, con muchas potencialidades y virtudes, pero padeciendo también limitaciones fundamentalmente expresadas en la fragilidad de quienes tenían las posibilidades de orientar el descontento masivo hacia una alternativa de poder popular. Esa debilidad fue el talón de Aquiles de un movimiento popular atravesado por inmadurez orgánica y carente de una vanguardia sensata y efectiva.
Con los fusilamientos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, el gobierno de Duhalde, a pesar de su fallida maniobra inicial de querer culpar a las propias organizaciones de matarse a si mismas, tuvo que adelantar las elecciones ante el peligro de un avance del descontento popular que se llevara puesta a su inestable gobernabilidad.
El modelo de saqueo y depredación de la economía argentina ya estaba lanzado. Frente a la economía de penuria que padecimos en 2001-02, el duhaldismo desparramó 2 millones de planes “Jefes y Jefas de Hogar” de $150 pesos con la intención de amortiguar la conflictividad y de desarticular a las organizaciones piqueteras que encabezaban el proceso de lucha en ese momento.
El origen del kirchnerismo hay que enmarcarlo dentro de este cuadro de situación, en el cual, los sectores populares más dinámicos, que habíamos protagonizado la resistencia al neoliberalismo en los 90, que habíamos motorizado el proceso de lucha que derribó al gobierno de De la Rua y que continuamos ganando las calles contra el Duhalde, no supimos construir una unidad política tal que sea capaz de proponer una política popular pasible de ser transitada por la mayoría de nuestro pueblo. Y, por otro lado, los vestigios neoliberales de la política, debían modificarse, porque generaban más inestabilidad institucional para los sectores económicos hegemónicos.
El gobierno de Néstor Kirchner, y ahora el de Cristina Kirchner, se fundó sobre la base de un modelo depredador de la economía, pero enmascarado o soterrado con la oficialización de un cambio de valores que constituyen, en el plano de lo simbólico, una realidad subjetiva a partir de su retórica y discurso nac & pop para poder gobernar.
El acumulado popular se fue dispersando después de la masacre. Algunos, con el desembarco del kirchnerismo a la Casa Rosada, plantearon darle “tregua al gobierno”, y otros directamente se incorporaron a sus filas.
Queda claro que no alcanza con “que los de abajo no quieran y los de arriba no puedan”. Estos son atributos necesarios, pero es determinante que exista la posibilidad de constituir una unidad capaz de encausar al pueblo hacia una alternativa de poder popular.
Hay que deshacerse de los prejuicios y del prestigismo que hasta el día de hoy nos han separado. Para reivindicar a Darío y a Maxi hay que construir espacios, puntos y compromisos comunes que nos permitan dar una solución nuestramericana a los problemas políticos de los argentinos, de ese modo les daremos vida a sus sueños y sus luchas de un país mejor, digno, con justicia social y soberanía política.

No hay comentarios:

Publicar un comentario