Nota publicada en Prensa Nacional Quebracho n° 72, junio-julio 2011
Si hay algo que ha demostrado la juventud a lo largo de la historia y de las generaciones, es la capacidad para construir y protagonizar con sus propios repertorios de protesta, las luchas que atravesamos como pueblo. No obstante, desde el discurso oficial nos hablan acerca del “nuevo” fenómeno de acercamiento y entusiasmo de la juventud hacía la política, como un despertar de los jóvenes a la militancia causado por el proyecto “nacional y popular” que el gobierno supone llevar adelante.
Basta con hacer una breve mirada histórica para ver el papel y el rol que jugó la juventud a lo largo de distintas generaciones: desde la Reforma Universitaria en 1918, pasando por el Cordobazo, luego con fundamental protagonismo en la política en la década de los 70, y aunque negado por muchos sectores, también en los 80 y en los 90 resistiendo al neoliberalismo. A pesar de que en esta última década hegemonizaban valores como el individualismo y la apoliticidad, no fueron pocos los jóvenes que en aquellos momentos de adversidad y derrotismo levantaron banderas de lucha, resistiendo a la hegemonía cultural e ideológica, disputándole al sentido común aquellas ideas de las clases dominantes que demonizaban a las organizaciones que se atrevían a intentar romper el espejismo creado. Porque la historia entonces, nos demuestra que la juventud tiene un cuerpo, espíritu, ideas, constituyendo una praxis, como todo sujeto histórico. Por lo tanto, en la coyuntura actual, creemos que es importante debatir el rol y el protagonismo de los jóvenes en el escenario político en general, y en las universidades en particular.
Partimos de un gran cuestionamiento a las prácticas y las formas de hacer política, que aparecen enquistadas en el seno mismo de las universidades, las cuales nos atrevemos a poner en debate y a proponer otra forma de hacer, pensar y discutir política, más allá de lo que redunda. Pero para eso creemos que primero es preciso caracterizar el escenario político con el que nos topamos y reconocer las distintas matrices dentro de la Universidad, que producen y reproducen prácticas administrativistas y banales.Tenemos por un lado, un tipo de matriz política cuya expresión arquetípica es La Cámpora, que plantea la política anclada en la lógica del funcionario. Desembarcan con todo su aparato, para imponer una lógica administrativista. Es la forma más acabada de la banalización de la política.
Tenemos, por otro lado, la matriz política conformada por la izquierda oficial, que históricamente ha demostrado un creciente distanciamiento de la realidad de nuestro pueblo, proponiendo sujetos revolucionarios que poco se adaptan a las realidades y tiempos nuestroamericanos, tratando por el contrario hacer encajar un dogma que poco tiene que ver con las condiciones y las estructuras sociales y económicas de nuestro continente.
Esas posiciones ajenas y enajenadas, reproducen un desprecio hacia sujetos políticos sólo consideran a los efectos de nutrir marchas que como pueblo creamos, aquellos que hoy están sumergidos en los más olvidado y marginado, los sectores proscriptos, quienes han logrado crear, en base a la realidad histórica de su tiempo, sus métodos de lucha, sus caracterizaciones sobre la coyuntura, su forma de visibilizarse, quienes lejos de ser reivindicados por estos sectores, son.
Esta izquierda la denominamos izquierda banal, por las limitaciones y sectarismos que la incapacita para protagonizar la historia, porque niega y subestima las potencialidades revolucionarias de nuestro pueblo, produciendo y reproduciendo políticas de exclusión y de desprecio hacia nuestros sectores populares. Estos grupos, con sus prácticas disolventes, representan a sectores nihilistas de las clases medias, y lejos de gravitar en el escenario político nacional, se reducen a una práctica electoralista, que constituye en ese terreno u escasísimo porcentaje.
Gráficamente estamos entrampados entre la protesta radicalizada e innegociable por reivindicaciones de poca densidad, la inyección de políticas que admiran y valoran procesos ajenos a Nuestra América y no atienden ni entienden el tiempo propio, nuestroamericano, y la propuesta de que la política se reduzca al terreno de “la carrera”, del funcionario, del representante, reduciendo lo popular y masivo a simple decorado o marco.
¿Qué deberíamos discutir?
En primer lugar, creemos que hay que romper con ciertas formas de hacer política, ya sea como mera máquina electoral o como apéndice del Estado. Como contrapartida, creemos que es necesario construir un frente político, más allá de las coyunturas. Un frente político que salga de las cuestiones gremiales para discutir e intervenir en los procesos nacionales y nuestroamericanos, que nos encuentre en la calle, luchando, si es que somos consecuentes con lo que pensamos.
Por eso creemos que como estudiantes tenemos que estar discutiendo de forma crítica y no cómplice del modelo de acumulación sostenido por el gobierno, sorteando las trampas que los medios orgánicos al régimen o al gobierno nos bajan para construir consenso y legitimación. Porque creemos que si hay algo claro en este momento, es justamente la estructura planteada.
El modelo estructural que nos propone el gobierno, es el saqueo y la entrega de nuestros bienes comunes, bienes estratégicos para la construcción de soberanía. Este modelo de acumulación depreda y dilapida nuestros bienes, dadas las estrategias de explotación que utiliza que conducen al agotamiento de lo que no es renovable, conduciendo a la barbarie de nuestros pueblos.
Tenemos que discutir también las alternativas que propusieron los distintos países de Nuestra América para resolver la salida del neoliberalismo. Esto nos permitiría comprender por qué la salida argentina al neoliberalismo no es igual a la salida venezolana o boliviana; si vemos las diferencias en las formas de producción, distribución, representación y soberanía, y en el poder constituyente de las masas en dichos procesos. Por eso, es que proponemos discutir y sumarnos a la campaña Argentina al ALBA, de la mano de Venezuela, Ecuador, Nicaragua y Bolivia, para avanzar en el camino de la independencia y la lucha contra el imperialismo.
Si hay algo de lo que estamos seguros es de que mientras la política siga cautiva de aparatos partidarios que reproducen un modelo proscriptivo y demo-liberal, tanto por izquierda como por derecha, lejos estaremos de lograr una democracia de masas que se ponga a tono con el tiempo nuestroamericano.
Por esto mismo creemos que es tarea de la juventud construir una herramienta política que logre articular a los movimientos populares. Para ello es hora de hacer política sin sectarismos y sin mezquindad. Creemos que los jóvenes podemos y debemos hacer política sin reproducir vicios y práctica nocivas. Está en nuestras manos ir trabajando en la construcción de poder popular en los diferentes frentes y ámbitos donde estemos desarrollando política, para ir conformando una suerte de acumulación originaria de poder que sirva de base y sostén para un proyecto de liberación nacional, intentando construir nuevas formas de acción y representación política con el pueblo y desde el pueblo.
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